en
la espesura
donde todas las cosas se nombran
necesitaríamos
con
urgencia
una avenida de dos manos:
para no morir
cada vez que el viento tropical
nos oscila
el alma
de
norte a sur
nos
derrumba
el refugio
hecho
signo a signo
con la paciencia de un artesano loco
y nos deja
indefensos
de cara al infinito
como si nos quedáramos a oscuras
para siempre…
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